jueves, 23 de julio de 2015

"han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado"

El Evangelio  de hoy 23 de julio del 2015 (Mt 13,10-17):  En aquel tiempo,
acercándose los discípulos dijeron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’.

»¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».

REFLEXIÓN:

La palabra que Cristo expresa, y que llamamos Palabra de Dios es expresada a sus apóstoles de manera sencilla, de tal forma que todos lo entiendan; es semilla, una capacidad docta del resúmen pero que esta dispuesta a crecer dependiendo de la fertilidad del alma y del corazón del creyente.
Por eso les responde a sus discípulos que preguntan dentro de su curiosidad:«¿Por qué les hablas en parábolas?».  Tal vez querían un diálogo más directo; pero El decía aquellas semillas con las que todos iríamos a trabajar en el transcurso de la historia; él se preocupaba sobre todo por los que El no había dado a conocer, por eso Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no" .

Sin embargo se requiere disposición de entender, y es el corazón embotado el que no permite ni oír, ni ver, ni entender. Da también otra razón: "porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden". Se puede tener años escuchando lo mismo, y si no se tiene el corazón dispuesto el alma es infertil y no hay mayores frutos apostólicos en la vida del Cristiano.

Y en ese caso y para ellos, que tienen de manera permanente la semilla en ese estado sin mortificación necesaria, por que para crecer es necesario  "morir" bajo tierra; es que nuestro Señor expresa una ley naturalmente divina: "Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará"; que se colige con lo que nos decía hace poco, "El que pierda su vida por causa mía la salvará".

La semilla necesita oración y ayuno y eso ya de suyo significa mortificación del tiempo y de los sentidos.

Isaías ya veía 2800 años de esta profecía, que la mayoría de las generaciones y de los pueblos, pasarían su vida con el corazón embotado en las cosas terrenas, como si la eternidad no existiese o viviendo creyéndose eternos, por eso es que Jesús cita al profeta a sus discípulos: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’.

No reconocían la presencia de Dios en la Humanidad de Cristo, como hoy no reconocen ni la humanidad ni la divinidad de Dios en el Cuerpo Sacramentado de Cristo presente en la Eucaristía. Sino fuera así los sagrarios estuvieran llenos de visitas antes el Santísimo Sacramento y acudiéramos más frecuentemente sobre todo a la confesión para recibirlo más dignamente.

Pero no es la actitud de todos, hay quienes si lo entienden , quienes si ven y oyen y aquellos el Señor llama dichosos: »¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!

También nosotros podemos oir y ver si desembotamos el corazón y disponemos el alma; Cristo Amigo que sabe más que nadie trabajará en lo que más nos haga falta para que empiece a germinar esa semilla que un día recibimos: ¡ Señor haz que vea!

A la luz de Cristo Amigo

Comisión de Catequesis.

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