viernes, 9 de octubre de 2015

"El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama".

Evangelio (Lc 11,15-26): En aquel tiempo, después de que Jesús hubo expulsado un
demonio, algunos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. 

Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.

»Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio».


REFLEXIÓN

Hemos de seguir al ritmo y compás de la sagrada liturgia que celebra día a día la Iglesia la Vida de Cristo a lo largo  del año, La Iglesia Cuerpo Místico de Cristo.

Allí también está nuestra fortaleza, en la perseverancia en la oración, bebiendo la gracia de los sacramentos, nutridos con la Palabra de Jesús en medio de los afanes de cada día. »Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; la vida de gracia, es nuestro mayor bien. Sin embargo estamos heridos por el pecado y nos debilita las tentaciones y podemos caer: pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. La tentación vendrá vestido de acuerdo a nuestra debilidad por la herida pecaminosa que cada uno lleva en sí mismo. Y podemos caer y recaer.

Convertidos solo podemos caminar al lado de Cristo y al ritmo de lo que El hace y trabaja: El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Y la única forma es seguir la Liturgia .

Una madre en los quehaceres y cuidado de la casa comparte los deberes con sus hijos, desayuna o cocina juntos a los suyos, el orden y limpieza también. Eso nos pide el Maestro ir al ritmo de su Cuerpo Místico, en los quehaceres diarios siempre unidos a ese calor de hogar que es la presencia de Dios, en el trabajo y en el hogar: por que el que no recoge conmigo, desparrama.

Cuidémonos de las recaídas que pueden ser más fatales, perseverando en nuestra conversión  anclados en la comunion con Cristo: Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio».

A LA LUZ DE CRISTO AMIGO 
COMISIÓN DE CATEQUESIS

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