sembrados; sus discípulos arrancaban y comían espigas desgranándolas con las manos. Algunos de los fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?». Y Jesús les respondió: «¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios, y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?». Y les dijo: «El Hijo del hombre es señor del sábado».
REFLEXIÓN:
Los judíos se paralizaban ante el sábado día de descanso del Señor. Si bien era precepto el fin en sí mismo es dar gloria a Dios. Es importante el descanso en la naturaleza en el ser, del ser humano, y en ese día mucho más importante dar gloria a Dios, reservarlo para Dios y la familia.
Sin embargo el corazón de aquellos fariseos se fijaba en minucias a fin de destruir, dijeron: «¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?». Era ilícito arrancar las espigas y comerlas, por el hambre de peregrinar con el Maestro. Su afán y espíritu legalista, el bios legal pesaba más en la forma, en lo exterior que el fin en sí mismo; mientras que Jesús miraba el fondo del corazón, el bios justo, responde el Maestro:«¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios, y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?».
David hizo una cuestión mayor, garantizar la vida y la supervivencia para seguir con el fin en sí mismo que son los mandatos del Señor, y el pan de la presencia solo es eso., pan de la presencia; más sagrado es el ser humano que son los verdaderos templos de Dios, más sagrado es David y los suyos, más sagrado es la vida de los discípulos del Señor que unas cuantas espigas. La ley mayor es la salvación de cada hombre en concreto y en particular, salvación única en cuanto único e irrepetible de cada ser humano.
El fin del templo y de la religión es el hombre en sí mismo, cada uno imagen irrepetible, cada uno única creación y dimensión, proyección de la imagen de Dios Padre en el tiempo y para la eternidad por lo que el Maestro concluye: «El Hijo del hombre es señor del sábado».
Un señorío que ha de vivirse con la mas absoluta libertad pero también responsabilidad, vivir un descanso sobre todo para dar gloria a Dios pero nacido no en riguristas leyes sino del amor que siente cada corazón conforme la madurez espiritual que vaya alcanzado día a día hasta que sea cada vez mas plena ese encuentro con el Padre.
A LA LUZ DE CRISTO AMIGO
COMISION DE CATEQUESIS
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