viernes, 14 de agosto de 2015

"Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer -no por fornicación- y se case con otra, comete adulterio»

Evangelio de hoy  (Mt 19,3-12): En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos
que, para ponerle a prueba, le dijeron: «¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?». Él respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre». 

Dícenle: «Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?». Díceles: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer -no por fornicación- y se case con otra, comete adulterio». 
Dícenle sus discípulos: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse». Pero Él les dijo: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda».

REFLEXIÓN:

El matrimonio es indisoluble.
El hombre es un ser incompleto que solo se completa a sí mismo cuando se une a la persona amada en el sacramento del matrimonio. No hay motivo alguno para divorciarse, repudiar nos dice el Evangelio. 

En el sacramento del matrimonio la persona encuentra en el otro su complementariedad, De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Una sola carne, un solo pensamiento, un solo sentir; pero las individualidades reclaman su espacio en su distinta y única forma de ser. Por tanto las mortificaciones y renuncias han de ser el ejercicio vital de la convivencia: "Morir para vivir"; como la semilla que se siembra en el surco, se pudre para florecer en una planta grande verde y con flores.

Es necesario cultivar el amor de cada día. La convivencia y sobre todo la rutina y los propios naturales defectos de cada uno pueden conducir a la idea que es mejor divorciarse. Si fuera así prevalece el egoísmo y no las renuncias que pide el Evangelio. Ante eso nos refiere el mismo Jesús: lo que Dios unió no lo separe el hombre.  Que no lo separe el egoísmo, la vanidad, el orgullo y el amor propio.
Se necesita los valores contrapuestos, la humildad, la sencillez, la paciencia, la mortificación como ejercicio que revitaliza la unidad de la pareja. 

El matrimonio  no es una invención propiamente humana, es una realidad divino humana, esta unidad es indisoluble no por decisión de autoridades civiles y judiciales sino por mandato de Dios. Por orden y ley natural.

Cualquiera sea el motivo no esta permitido el divorcio. Es necesario cuidar  y luchar por la unidad de la familia; aún cuando efectivamente la casuística nos refiera casos con sus respectivas agravantes.
El perdón consolida lo que en la convivencia, la rutina puede generar faltas, pecados, omisiones y necesarias enmendaduras. Las personas no llegan acabadas al matrimonio, plenamente realizadas; sino que van a crecer y realizarse, aprender y modificar caracteres en el matrimonio con la complicidad y el apoyo del ser amado, Una vocación permanente de mejorar y crecer en el amor y las nuevas experiencias que trae consigo la vida.
Jesús más estricto que Moisés establece: os digo que quien repudie a su mujer -no por fornicación- y se case con otra, comete adulterio». 

Los apóstoles plenamente humanos expresan una insistencia en su humanidad: "
Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse». Y el Maestro nuevamente enseña que el Cristiano plenamente dispuesto expresa que en todo caso tras el divorcio no nos queda otra cosa que vivir castamente a la espera del Reino y la misericordia de Dios.

Y es que no todos entienden este lenguaje. Hay quienes sí.No es para todos esta vocación.

Por eso el señor advierte: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda».

No es fácil ser cristiano, de manera constante nos pide la renuncia, la única forma de garantizar el cumplimiento de los 10 mandamientos es renunciar a las pasiones, a los bajos instintos, es mortificarse, aún cuando las pasiones se presentan insufribles; es la valentía del que huye de las ocasiones de pecar; no por otra razón que el AMOR. El amor a Dios, a sí mismo y a la persona amada y a los hijos cuando Dios los ha concedido.
La única forma de perseverar en la unidad matrimonial es la oración en familia. RECEN EL SANTO ROSARIO EN FAMILIA POR LA UNIDAD Y LA VITALIDAD DE LA FAMILIA.

A LA LUZ DE CRISTO AMIGO
COMISION DE CATEQUESIS

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