Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora».
REFLEXIÓN:
Nuestro Señor Jesús sigue insistiendo en lo mismo: VIGILANCIA Y PRUDENCIA Vigilantes de lo que sale de nuestro corazón, examen diario de conciencia; vigilancia de nuestra vida de piedad; y prudencia sin excesos en medio de la vida y en el corto tiempo que se nos ha brindado.
Hemos de vivir a la espera de aquél día: viviendo como si fuera el único día, el primero y el último. Entusiasmados como el día primero y prudentes como el último; es decir con alto sentido de responsabilidad que da la dignidad de estar hoy y aquí siendo sobre todo y ante todo HIJOS DE DIOS.
Vivir con alegría y responsabilidad en cada una de las cuestiones que Dios nos ha dado: el trabajo, el estudio, la familia, los hijos, los compañeros de trabajo, y el barrio, la comunidad cristiana a la que has sido llamado: como enviados y servidores de todos ellos. Estamos al servicio de todos.
Prudentes en todo. Pero qué es ser prudentes: ¿Que es la prudencia? es la "Virtud cardinal del catolicismo que consiste en discernir y distinguir lo que está bien de lo que está mal y actuar en consecuencia".
Actuemos en consecuencia.
examen de conciencia, confesión asidua, lectura del evangelio diario, y la oración en familia, cuestiones organizadas en medio del trabajo, estudio, trabajos u obligaciones de cada cual. Dios nos conceda vivir vigilantes y prudentes como San Agustín buscando permanentemente a Dios.
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