martes, 25 de agosto de 2015

"¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!».

Evangelio de hoy martes 25 de agosto (Mt 23,23-26): "En aquel tiempo, Jesús dijo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y codicia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!».

REFLEXIÓN:

Jesús exige UNIDAD  de vida en los cristianos, no la doblez ni la doble moral. No la doble vida. Jesús en un lenguaje duro y estricto exige coherencia, y rechaza todo tipo de hipocresía, en todos los miembros de la Iglesia, en los que  hacen cabeza y también en el pueblo. En ti y en mí. 

Nos dice Jesús: Esto es lo que había que practicar: la justicia, la misericordia y la fe! , sin descuidar el diezmo, lo que pocos o  nadie da a la Iglesia. EL Nuevo fariseísmo de los bautizados es no brindar el diezmo: ¿con cuánto sustentas a la Iglesia?. Es algo que los laicos no hemos de descuidar. Sin dejar de practicar la justicia, la misericordia y la fe.

Dios no deja de dar a cada quien lo que le corresponde, eso es Justicia; pero por sobretodo no deja  de exhortarnos a actuar con misericordia. Trata con justicia y con misericordia como quieres que Dios te trate con esa misma justicia y con esa misericordia.

Sin misericordia nuestro duro corazón no podrá se tratado sino con las palabras duras de nuestro Señor: ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y codicia! 

No son las acciones externas las que importan. Tampoco las apariencias, sino las verdaderas intenciones y los deseos mas internos. No es lo que los demás piensan de tí lo que te hace daño o lo que te hace bien, sino lo que en tu conciencia más íntima sabes lo que tú eres frente a Dios. Frente a esas exigencias de nuestro Jesús no nos queda otra cosa que actuar y vivir con sinceridad, coherencia, renunciando a la mentira y a la hipocresía de manera permanente para esa vida ascética cristiana católica que pide Jesús: ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!»  Es hora de ir a la confesión , a la reconciliación con Dios y con los hermanos. Es hora de comprometernos con la coherencia de vida y unidad cristiana.

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