lunes, 17 de agosto de 2015

«Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme»

Evangelio de hoy lunes (Mt 19,16-22): En aquel tiempo, un joven se acercó a Jesús y le
dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?». Él le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». «¿Cuáles?» —le dice él—. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo». Dícele el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?». Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.

REFLEXIÓN:


Jesús quiere que el nuevo pueblo de Dios no caiga en el Neofariseísmo, aquél que se  preocupa en el legalismo puro, el de la interpretación literal. El decálogo, los preceptos es el mínimo que hemos de cumplir los cristianos católicos. 
Jesús pide más.
Nos pide perfección.
Si el sentido último de nuestra vida es el encuentro con Dios en la Casa del Padre al final de ésta vida, y ese encuentro se realiza desasido de todo, sin bienes que son medios para los que quedan vivos, sin títulos que son medios para laborar aquí en la tierra, sin orgullos, falsas soberbias, vanalismos, etc; quien quiera ese encuentro puro con Dios en esta vida, necesita estar desasido de todo.
Por eso el joven entusiasmado y acostumbrado a cumplir leyes y estrategias que dan resultados en este mundo le dice: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?»
Y como se tratara el decálogo de un lista de quehaceres le replica «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?».
No tiene en cuenta que las generaciones pasan por un proceso de conversión y salvación, que las experiencias de su vida están destinadas a brindarle madurez y sabiduría de acuerdo a los tiempos que a cada uno le toca vivir. Las generaciones son como las olas del mar nacen y desaparecen allí donde empezó y su conversión es un proceso en la que unos se salvan y otros no, en esas generaciones unos tienen dones que otros no, pero todos son un complemento de unos a otros.
El joven rico tiene la semilla grabada en el corazón, una sed interior de ser  mejor y por eso va su pregunta. Pero no se esperaba la respuesta de Cristo:«Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme».

EL no había sido escogido como discípulo y apóstol. Pero esta invitado a seguirlo. Cuando se le invito a Pedro dice el evangelio que dejándolo todo lo siguieron. Y luego Cristo dice en otra parte del Evangelio que pagará el ciento por uno mas la vida eterna a quien deja, padre, hermanos, hijos, bienes por seguirlo. Y los primeros vendían sus bienes y brindaban todo para la edificación de la Iglesia.
Esto no pasa con el Joven rico, quiere seguir a Cristo cumplidor de todos los mandatos y preceptos, el rosario, la misa, la confesión, pero no es capaz de ningún sacrificio. No sacrifica ni su tiempo ni sus bienes por la causa del Evangelio.
El joven rico dice el evangelio que se quedó triste.
Los muchos bienes no nos deja ver los tesoros en el cielo y ni siquiera nos anima la promesa de Cristo "y tendrás un tesoro en los cielos". No nos interesa el tesoro en el cielo nos interesa los quehaceres en la tierra, a pesar que El invita a seguirlo.
El Joven rico de hoy será el que tiene tiempo para todo menos para Dios,para el apostolado, para el prójimo. Queremos acumular tesoros aquí mientras Jesús nos pide atesorad tesoros en cielo donde la polilla no los arruina.
Una historia de salvación entre los tuyos y con los tuyos.

A LA LUZ DE CRISTO AMIGO
COMISIÓN DE CATEQUESIS

COMISION DE CATEQUESIS




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